Dentro del foco florentino de mediados dle Quattrocento es posible encontrar a uno de los pintores más importantes de Renacimiento italiano inicial: Piero Della Francesca, cuyo verdadero nombre era Piero De Benedetto Dei Franceschi. Heredero del conocimiento de la técnica aplicada por Masaccio, Della Fracesca se mostrará especialmente interesado a lo largo de su trayectoria en el estudio y empleo de la misma, llegando al final de su vida a recopilar diversos tratados las leyes que rigen la perspectiva. Conseguirá imprimir a sus obras un aura de tranquilidad y misticismo gracias al empleo que hará de la luz y a la creación de composiciones geométricas, dando lugar a un estilo particular y elegante.
Piero Della Francesca nació en la localidad toscana del Borgo de San Sepolcro hacia finales de la década de los años veinte. Suele considerarse que Florencia fue la ciudad que artísticamente le alumbró, pues su obra además recoge grandes influencias de artistas florentinos como Masaccio, Paolo Ucello o Leo Battista Alberti. En 1442 se trasladó de nuevo a su pueblo natal, recibiendo el encargo de realizar un Políptico para la Compañía de la Misericordia y la conocida pintura El Bautismo de Cristo.
Durante la segunda mitad del S.XV, en la década de los años sesenta y setenta, Piero Della Francesca establecerá una estrecha relación con los duques de Urbino- de quienes realizará sendos magníficos retratos junto con otro buen número de obras, destacando, por encima de todas las demás, la conocida como Pala de Brera- abandonando la pintura hacia finales de 1470, debido a una enfermedad y pasando a dedicarse, hasta su muerte, a recopilar por escrito sus conocimientos acerca de la perspectiva y las matemáticas.
PRINCIPALES OBRAS
El Bautismo de Cristo: Es una de sus obras más tempranas y en ella se puede apreciar la delicadeza y contención que caracteriza al conjunto de su producción, así como su preocupación por conseguir la plasmación de un espacio verídico y la correcta ubicación de las figuras. En sus obras, la sencillez es siempre aparente, existiendo tras la misma un concienzudo ejercicio de observación y trasladación de las líneas perspectivas, las cuales conducen la mirada del espectador de la obra adonde el pintor desee. El encargado de resaltar el volumen y los protagonistas de la escena es el tratamiento impreso al color y la luz.
La Virgen con el Niño: Es una obra mucho más compleja, y también es conocida como Pala de Brera debido a su ubicación, en la que realiza un excepcional ejercicio geométrico en la composición básica del dibujo y un uso maestro de la luz, que aquí se emplea para individualizar a cada uno de los personajes y configurar el espacio. Las proporciones están perfectamente medidas; tando de los personajes entre sí como de éstos con la arquitectura circundante, en un espacio completamente racionalizado. En dicha pintura se puede observar también la influencia flamenca, apreciable en sus últimas obras, en la majestuosidad, un tanto fría, de los personajes y en el tratamiento de paños y detalles.
Los frescos de la Leyenda de la Cruz, fueron realizados para decorar la capilla mayor de la Iglesia de San Francisco, su obra maestra. En esta serie de pinturas, Piero Della Francesca alcanza un equilibrio perfecto entre las distintas partes, todas ellas aunadas gracias a la especial atmósfera luminosa: en este caso plena de contrastes y que acentuará el estatismo de los personajes; que es característica de su obra y a su dominio del espacio y la composición, dando lugar a un conjunto en el que la espiritualidad y grandiosidad se alzan como principales protagonistas. En Piero Della Francesca, se concentra ya toda la complejidad narrativa que la pintura occidental va a tener hasta el siglo XIX.
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